Los síntomas de la hernia de hiato pueden ser muy inespecíficos y diversos, no obstante en la mayoría de los casos están relacionados con la enfermedad de reflujo gastroesofágico.
Aunque es un trastorno que ocurre con bastante frecuencia, aproximadamente en un 20% de la población, algunas personas pueden tener una hernia de hiato y no saberlo porque confunden sus síntomas con acidez estomacal y reflujo.
En Kclinik comprendemos que este trastorno puede ser difícil de entender e identificar por sus síntomas; por eso ayudamos a nuestros pacientes a conocer más de esta afección y su amplia variedad de síntomas.
Descripción general
La hernia hiatal ocurre cuando la parte superior de tu estómago empuja hacia arriba a través de tu diafragma y entra en la región del tórax.
El diafragma es un músculo grande que separa el abdomen y el tórax y tiene como función ayudarnos a respirar. Lo normal es que el estómago se encuentre debajo del diafragma, (es decir, en el abdomen), pero en las personas con hernia hiatal, una porción del estómago va a empujar a través del músculo y de esta forma sube hacia el tórax.
El orificio por el cual se mueve el estómago desde el abdomen al pecho se llama hiato, por lo cual la condición médica recibe el nombre de hernia de hiato o hernia diafragmática.
En general, podemos describir dos tipos de hernia hiatal, la deslizante y la paraesofágica.
El esófago es un músculo con forma de tubo que transporta la comida desde la garganta al tracto digestivo y atraviesa el hiato para unirse al estómago. En el tipo de hernia deslizante, que es la más común, la parte inferior del esófago junto con el estómago se deslizan hacia el pecho pasando a través del diafragma.
En el caso de la hernia paraesofágica, tanto el esófago como el estómago permanecen en sus posiciones anatómicas, pero una porción del estómago se escurre a través del hiato para colocarse al lado del esófago.
Es menos frecuente, pero más peligrosa, por el riesgo de que se pueda atascar parte del estómago y comprometer su circulación sanguínea, esta es una emergencia médica y se conoce como hernia estrangulada.
¿Qué síntomas tiene la hernia de hiato?
Es usual que los síntomas de la hernia de hiato pasen desapercibidos, llegando a ser un hallazgo ocasional debido a lo inespecíficos que suelen ser, lo que lleva a que el paciente no conozca que tiene esta condición. Solo en los casos que la hernia sea grande y cause mucho malestar o se complique, son tratadas por el médico.
Algunos de los síntomas que puedes presentar son los siguientes:
Acidez estomacal
A menudo, después de comer, se tiene la sensación de indigestión, ardor en el pecho y reflujo, que están relacionados con la enfermedad de reflujo gastroesofágico y se debe a que el estómago está comprometido y los alimentos y ácido que almacena se regresan con facilidad al esófago. Este síntoma empeora al inclinarse o acostarse.
Mal sabor en la boca, eructos y mal aliento
Se debe a las pequeñas cantidades de comida o líquido que se devuelven del estómago al esófago (reflujo gástrico)
Dolor y dificultad para tragar o respirar
Este dolor y dificultad está también asociado con la comida y los vómitos debido a la presión que la hernia ejerce en el abdomen.
Sensación de llenura
El aumento de la presión abdominal, asociado a una hernia de gran tamaño, suele ocasionar saciedad temprana.
Dolor abdominal y de pecho persistente, vómitos y dificultad para expulsar gases
Estos síntomas en conjunto requieren de atención médica inmediata, ya que podría tratarse de una hernia estrangulada, lo cual sería una emergencia.
Factores de riesgo hernia de hiato
Las razones por las que puedes tener una hernia hiatal son diversas y se desconoce una causa exacta, a pesar de ello se han identificado ciertos factores que pueden aumentar el riesgo de tener y presentar los síntomas de una hernia de hiato, como son:
- Sobrepeso
- Embarazos múltiples
- Antecedentes de cirugía esofágica o bariátrica
- Ciertas condiciones del sistema esquelético asociadas con descalcificación y degeneración ósea.
- Es más común en personas de tercera edad
- Ejercer demasiada presión sobre los músculos que rodean el abdomen
- Estreñimiento y tos crónica que eleven la presión del abdomen
- Levantar objetos pesados
- Tener alguna anomalía congénita como un hiato más grande de lo normal